martes, 6 de septiembre de 2011

Nagaraju: “La educación es el arma de los dálits contra la pobreza”



Paseantes2.0 quiero que conozcan a Nagaraju Mala, uno de los muchos ejemplos que dan sentido a la increible labor que realiza la Fundación Vicente Ferrer. A veces la vida te pone demasiados obstáculos pero siempre encontramos en el camino a gente que nos dá la palmadita en la espalda necesaria para cambiar nuestro destino. Nagaraju ha tenido mucha suerte y ahora a sus 44 años es él el que echa una mano para cambiar y mejorar el futuro de mucha gente

La vida de Nagaraju Mala es de novela. “Cree” que nació en Anantapur hace 44 años. A los cinco se quedó huérfano, la Fundación Vicente Ferrer le proporcionó un lugar donde vivir y se convirtió en un niño apadrinado, recibiendo apoyo en su educación. Al acabar los estudios se especializó en literatura inglesa, hizo un Máster en Sociología y trabajó durante varios años para algunas ONG’s. Formar parte de las castas más desfavorecidas de la India rural no le ha impedido ser actualmente el responsable de la coordinación de actividades del sector de personas con discapacidad en los diferentes pueblos donde trabaja la Fundación. Además, está realizando un doctorado. Eso sí, insiste en que ser dálit ha marcado su vida en muchos sentidos.

¿Existe todavía a día de hoy una discriminación tácita hacia los dálits?
Desgraciadamente sí. En la India rural ser identificado como dálit puede conllevar un trato discriminatorio.

¿Se puede reconocer a un dálit?

A veces sí… hay profesiones que están reservadas exclusivamente para ellos, como recoger la basura o limpiar, y el 95% de los zapateros son dálits. También somos más oscuros de piel... ¡A mí, se me puede reconocer por el apellido!

¿Qué significa “Mala”?
Es el nombre que recibe una de las subcastas dálits.

¿Es habitual en la India poner como apellido la casta?
No, es algo excepcional… me quedé con este nombre cuando me inscribieron en el orfanato. No sabían cómo me llamaba y en el registro escribieron “Mala”.

¿Qué significa para una persona dálit estar marcado por su apellido?
Discriminación, faltas de respeto, marginación.

¿Alguna situación que hayas vivido?
Durante mi infancia, a los siete años, mi tía me llevó a la fábrica donde trabajaba. Yo tenía mucha sed, me acerqué a un surtidor de agua y bebí. Entonces vino el encargado y empezó a gritarnos que pertenecíamos a una casta inferior y que no podíamos tocar el agua de donde bebían los demás. Amenazó con despedir a mi tía.

¿Alguna vez has escondido tu casta?
Si, en la universidad. Tenía miedo de que me rechazaran mis amigos.

¿Lo hicieron?
No, me integré muy bien gracias a mi educación y conocimientos. La Fundación me apoyó en mis estudios desde los cinco años hasta la universidad. No tenían motivos para rechazarme. Muchas veces es más el sentimiento interior que tenemos los dálits, que no el que expresan los demás.

¿Qué sentimiento?
Un sentimiento de inferioridad, inseguridad y miedo que se pasa de generación en generación.

Tenía entendido que esta situación estaba mejorando con los años…
El sentimiento sigue allí. Ahora tenemos más oportunidades, es cierto, pero por dentro, todavía sigue siendo un sentimiento muy fuerte.

Si ahora mismo todos los dálits pudieran escucharte… ¿qué les dirías?
Que se liberaran de la pobreza, que aprovecharan todas las oportunidades y que mejoraran su condición para poder hacerse respetar… “¡Por favor, estudiad, estudiad, estudiad!. Esta es vuestra arma contra la pobreza. Os permitirá hablar a los demás a la cara con la cabeza alta, con dignidad y confianza, pudiendo razonar vuestras palabras”...

Suena muy convincente, deberías dar conferencias…
¡Lo hago! A veces voy a visitar a comunidades dálits y tribales para explicarles mi caso y vean que, si ellos quieren, pueden cambiar la situación. Tienen que ir a buscar sus oportunidades. Mírame a mí… yo antes pasaba hambre…

¿Cómo describirías la sensación del hambre?
Supongo que es un concepto difícil de entender… imagínate que en vez de que siempre te esté esperando la comida en casa, seas tu el que siempre espera a que le llegue algo de comida… En el orfanato eran muy pobres y la comida no era suficiente, esperábamos a que los compañeros acabaran sus platos e íbamos rebañando las sobras.

Imagino que no te gusta recordar el pasado…
Sí, sí, claro que sí. Siempre recuerdo mi pasado. Si no lo hago, se me olvida a dónde pertenezco. Me gusta tener los pies en el suelo. Me es muy útil cada día recordarlo para dar lo máximo de mí en el trabajo.

¿Cuándo empezaste a trabajar con la Fundación?
En el año 2001. Sentí que era mi responsabilidad contribuir en el proyecto para devolver, al menos un poco, de todo lo que yo he tenido la oportunidad de recibir. Ahora organizo y coordino el seguimiento de los proyectos del sector de discapacidad directamente en los pueblos.

¿En qué consiste tu trabajo allí?
Soy responsable del equipo en los pueblos y también de cómo se desarrolla la vida de las personas con discapacidad allí. Me encargo tanto de la organización de los campos de diagnóstico para las personas con discapacidad, la gestión del funcionamiento de los vikalangula shangams o grupos para personas con discapacidad, como de la supervisión del Programa de Generación de Ingresos para que todos ellos puedan llevar a cabo sus propios negocios. También visito los hogares de las personas con discapacidad en más de 2.000 pueblos, para apoyarles en todo lo que necesiten y vigilo el progreso de las personas que en su día estuvieron en un centro especializado de la Fundación para este colectivo.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Estar en contacto con la gente y trabajar conjuntamente para que sean capaces de superar sus barreras.

¿Cómo definirías en una frase el propósito del sector?
Conseguir una sociedad inclusiva para las personas con discapacidad, empoderándoles social y económicamente y haciéndoles autosuficientes.


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