Dicho y hecho, a las pocas horas de la detención en Francia de uno de los cabecillas de ETA encargados de la falsificación de los documentos de la banda, la organización lanza un comunicado a través del periódico GARA, en el que deja bien claro su papel con respecto al nuevo gobierno que se formará en breve, el primer gobierno no nacionalista desde hace más de 30 años, o lo que es lo mismo desde que la democracia llegó a nuestro país.
No hago más que preguntarme que es lo que puede ocurrir con un acontecimiento de estas características en un territorio en el que la vida de tantas personas esta en juego. Es una situación complicada y para colmo los propios demócratas se ponen piedras en el camino, convirtiendo la historia en una aventura de riesgos insostenibles. Hablo, como no, del PNV, partido que mientras da una bofetada a ETA, salen personajes de sus filas con frases como “se puede morir por la patria, pero jamás matar por ella”, volvemos al nacionalismo más agresivo, a las frases equivocadas, a la preocupación por mantener una moral nacionalista a capa caída y sin miras a renovarse, a buscar un horizonte que se ajuste más a una realidad distinta, a una realidad del siglo XXI.
ETA y el PNV coinciden ambos en deslegitimar constantemente al nuevo gobierno; los primeros lo consideran un gobierno impuesto, con Patxi López a la cabeza como El Caudillo de la nueva dictadura que impone el Estado español en Euskadi; para los segundos se trata de una decisión desde Madrid para tergiversar los verdaderos intereses de los vascos. La batalla no ha hecho más que comenzar. Las “armas” están puestas encima de la mesa, y lo siento, pero los ciudadanos no volveremos a callarnos ni consentiremos amenazas sectarias que hacen lo posible para sembrar de oscuridad la sociedad vasca y española
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